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4.1.05

Proyecciones (sombrías) para la población española

En el último Boletín Económico del Banco de España se incluye un artículo que sintetiza y analiza las últimas proyecciones de población efectuadas por el Instituto Nacional de Estadística. Lo más interesante es la discusión de los factores que pueden afectar a la tasa de dependencia (número de mayores de 65 años dividido por número de personas entre 16 y 65). La conclusión es muy clara:

"Cabe concluir que la inmigración, incluso si alcanza una intensidad tan elevada como la que recogen las proyecciones del INE, no altera la trayectoria prevista en el largo plazo para la tasa de dependencia, dado que el grueso de las entradas de inmigrantes se concentra en el grupo de edad comprendido entre los 20 y los 40 años, segmento de población que, al envejecer, presionará al alza sobre la tasa de dependencia."

Es decir: la inmigración no es solución al problema del desequilibrio futuro en el sistema de pensiones tal y como está configurado en la actualidad.

"Por otro lado, los cambios en la tasa de fertilidad se producen de manera lenta, de forma que, incluso si esta variable evolucionara de forma algo más favorable que la incorporada en las proyecciones del INE, no cabe esperar alteraciones sustanciales en la tasa de dependencia futura."

Es decir: tendría que aumentar mucho la fertilidad (situarse pronto en el nivel de reemplazo, como poco) para que influyera positivamente en la tasa de dependencia; aumentos pequeños como los previstos (hasta los 1,5 hijos por mujer) casi no tienen efectos.

"Sin embargo, aumentos significativos de la esperanza de vida al nacer sí se reflejarían de forma sustancial en las tasas de dependencia."

Es decir: los avances médicos seguirán influyendo positivamente en el envejecimiento de la población.

"Por último, frente a la influencia relativamente acotada de los condicionantes demográficos, modificaciones en la edad efectiva de jubilación tendrían un impacto elevado sobre la tasa futura de dependencia."

Y aquí llegamos al quid de la cuestión. Dadas las limitaciones demográficas, sólo cabe una manera de reducir las tasas de dependencia: reduciendo por definición el numerador (aumento de la edad de jubilación) y aumentando, consiguientemente, el denominador (el grupo en edad de trabajar sería, digamos, de 16 hasta 70, 75, 80 años...). Como decía aquél: "son lentejas..."